jueves, 28 de mayo de 2015

Soy Lázaro

En Alcázar de San Juan a 28 de mayo de 2015


Estimado amigo/a:


Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo soy un pobre hombre el cual se muere de hambre y le falla todo el cuerpo: no me siento un brazo, cojeo, casi estoy tuerto y apenas tengo sentido del oído. Solo tengo fuerzas para levantarme a robar una hogaza de pan a uno de los ricos, ya que una de las cosas que más me gusta en este mundo es robarles a los ricos (aparte de para no morirme de hambre). Adoro la cara de miedo que ponen cuando saco la navaja y les amenazo mientras les quito el dinero que llevan encima. A  ellos no les importa mucho, ya que pueden volver a sus casas a por más dinero, pero a nosotros nos sirve para apaciguar el incesante hambre que sufrimos. Y es que vivimos en un barrio pobre de la ciudad en el que todo el mundo pasa hambre y cuando pasan la gente rica de la ciudad que vienen con unos ropajes bonitos, unas joyas caras y unos bolsillos llenos de dinero (que parece que estuvieran gritando ''quítamelos''), se lo robamos todo y se van sin ninguna de esas tres cosas.

Un día yo estaba pintando la pared de mi casa. Un grupo de gente rica pasó por enfrente de mi casa, pero me contuve el ansia de robarles lo que tenían. Cuando ellos giraron la esquina, se armó un lío tremendo. Se oyó un disparo. Acto seguido vino la policía y puede que una ambulancia. Segundos más tarde, la policía estaba removiendo las pocas cosas que tenía. Me preguntaba por qué lo harían. Después , me esposaron y me llevaron a la cárcel. Si os preguntáis el porqué es que, al parecer, la policía encontró debajo de mi sillón una pistola que no tenía (con la que se oyeron los disparos porque estaba caliente) y ropaje del grupo de gente rica. Yo no miento, yo me contuve las ganas de robarles. Alguien me lo había escondido a traición. Tal vez a uno de mis vecinos al que no le caigo bien (ni yo ni todo el vecindario), una persona rica o un agente (tengo muy mala reputación y no es que les caigan muy bien). 

Me condenaron a medio año de prisión. El juez quería ponerme también fianza, pero como no tenía dinero y vivo en la miseria, decidió añadírmelo al tiempo en prisión. Allí vi a más gente como yo: medio muertos de hambre, quienes fueron encarcelados por crímenes que no han cometido.

Al principio vi la cárcel como el infierno, pero luego  vi ciertas ventajas, como que no tengo que robar comida, ellos ya me dan (aunque poca, pero algo es algo), y estábamos obligados a hacer ejercicio. Al principio me costó un poco, porque me fallaban los músculos, pero luego fue mejorando. 

Medio año más tarde salí de la cárcel y estaba mejor que nunca: no tenía casi hambre (siempre queda algo después de tantos años) y era más fuerte que nunca, por lo que me resultaría más fácil robarles las pertenencias a la gente rica. A partir de ahora, nada puede ir mejor. Pero me equivoqué: un grupo de 50 personas del barrio rico iban a pasar por nuestro vecindario para ir a una fiesta, por lo que tendrían un montón de dinero para las bebidas. 

Uno solo no puede con 50 personas (nos machacan entre todos), así que decidí hablar con mis vecinos para robárselo entre todos y luego nos repartiríamos el botín. Todos aceptaron encantados. Llegado el momento, la gente rica pasó por el vecindario, y entre todos les robamos sus pertenencias (en plan como si fuera una emboscada). Nos alegramos muchísimo, porque nunca habíamos tenido tanto dinero en nuestras manos.

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